La demora en la remisión
de un paciente con cáncer y la iniciación tardía o suspensión del tratamiento
pueden significar la diferencia entre la vida y la muerte.
¿Dónde se produce la
demora? ¿Puede producirse demora por parte de los padres en el reconocimiento de
los síntomas? ¿Puede producirse demora en la respuesta de la enfermera, el
médico, el pediatra, el sistema de salud? ¿De quién depende el diagnóstico oportuno?
Realmente la responsabilidad es de todos.
La demora no debe generarse
en los servicios de salud y ése es
nuestro compromiso con los niños.
Si se ha de acortar el
lapso entre la aparición de los primeros signos o síntomas y la remisión a un
centro oncológico donde se confirma el diagnóstico de cáncer, harán falta
esfuerzos en el área de recursos humanos que incluyan la formación pre y post
grado en medicina y enfermería, y la capacitación del personal que trabaja en
atención primaria para que sepan identificar signos tempranos de la enfermedad.
Cuando se examina a un niño y se
identifican síntomas o signos poco claros y que puedan ser asociados con
malignidad, hay que sospechar el cáncer y actuar en consecuencia para
prevenir un diagnóstico tardío.
“El
cáncer pediátrico no es prevenible, pero se puede detectar oportunamente”
Es
fundamental que el médico general y el pediatra conozcan los signos y síntomas
de sospecha de un cáncer pediátrico.
Usualmente
el cáncer no figura en la lista de diagnósticos diferenciales de los médicos
que atienden niños y, sin embargo, por alguna razón las madres sí lo sospechan.
Las madres con frecuencia refieren: “sabía que mi hijo tenía una enfermedad
grave, pero no me hacían caso”.
FACTORES DE RIESGO DEL CÁNCER INFANTIL
Aun cuando no es mucho lo que se sabe
acerca de la etiología del cáncer en los niños, sí pueden mencionarse algunos
factores que han sido asociados a la aparición de algunos tipos de displasias.
Radiación ionizante. La
exposición a rayos X durante el embarazo podría aumentar el riesgo de cáncer de
los niños productos de la gestación.
Sustancias químicas y medicamentos. Aunque no
se ha demostrado de forma concluyente, algunos medicamentos podrían tener
efectos carcinogénicos en los niños cuando son administrados a la madre durante
el embarazo; un ejemplo es el dietilbestrol, que se utilizó en los años
setenta. Asimismo, la exposición a plaguicidas se ha asociado con leucemia,
linfoma no Hodgkin y neuroblastoma, mientras que solventes como el benceno
representan un factor de riesgo de leucemia en niños. El componente N-nitroso
que se encuentra en algunos alimentos curados y el tabaco consumidos durante el
embarazo pueden inducir tumores del sistema nervioso central (SNC), en tanto el
alcohol y algunos diuréticos usados durante el embarazo han sido vinculados a
tumores infantiles como neuroblastoma y tumor de Wilms.
Factores biológicos. Algunos
virus como el virus de Epstein Barr, virus de la inmunodeficiencia humana
(VIH), hepatitis B y C, virus linfotrópico humano tipo 1 (HTLV1) y el papiloma
virus están asociados con cánceres específicos, según el virus y los tejidos que afecta.
Factores genéticos y familiares. Entre los
factores de riesgo familiares, los tumores embrionarios tienen dos formas de
presentación: una heredada y una esporádica; no todos son heredados, pero
dentro de los que lo son, el retinoblastoma y el tumor de Wilms bilateral son
los más importantes. Por otro lado, algunos padecimientos genéticos predisponen
a padecer cáncer, como los niños con síndrome de Down, quienes tienen una
frecuencia 20 a 30 veces mayor de padecer leucemia aguda; los niños con
síndrome de Klinefelter, con un riesgo 20 veces mayor de tener cáncer de mama y
luego un riesgo 30 a 50 veces mayor de presentar tumores de células germinales
en mediastino.
Este cuadro tiene como finalidad facilitar la
identificación de niños con cáncer por el personal del nivel primario de
atención, para lograr una referencia oportuna y “DARLE A LOS NIÑOS CON
CANCER LA OPORTUNIDAD DE CURARSE”.


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